Tomar decisiones es algo que hacemos y seguiremos haciendo a lo largo de nuestras vidas. Pero a veces no es tan sencillo ¿verdad? pues de una decisión dependen muchas cosas.
Desde que el ser humano tiene la capacidad de razón , su vida se convierte en una sucesión de experiencias que de algún modo le condiciona a desempeñar una constante toma de decisiones en base a una serie de sucesos inciertos.
La incapacidad para esta tarea puede condicionar de manera importante, tanto su vida social como laboral. Para evitar esto no hay otra fórmula que mostrarse decidido y tratar de analizar cuidadosamente la información que sí se nos presentan a la hora de realizar nuestra elección.
De forma invariable en cada toma de decisiones aparecen dos aspectos que influirán definitivamente en nuestra elección, el razonamiento y nuestro lado emocional.
Somos la suma de todas nuestras decisiones anteriores. El día de hoy es un resumen de todas las decisiones que tomamos ayer y anteayer. Cuando alguien se pregunta “¿Cómo he llegado a esto?”, debería repasar la larga lista de elecciones que ha tomado en los últimos años. Y quien se pregunte: “¿Cómo será mi vida en el futuro?”, debería examinar las decisiones que toma hoy en adelante. Como dice el adagio: una cosa lleva a otra. Por todas estas razones, aprender a tomar decisiones es una habilidad fundamental en la vida que puede aprenderse.
Con cada decisión, la vida toma una dirección, se bifurca, se desdobla; por eso, decidir genera temor. Miedo a equivocarse. Así, algunas decisiones quedan suspendidas en el aire. Aunque “no decidir” es también una decisión, de modo que es literalmente imposible no tomar decisiones. De alguna manera, deliberada o no, ¡siempre estamos decidiendo! Y de todas, la peor decisión es la indecisión. Eso es peor que equivocarse.
Si decidir es un proceso tan importante, ¿cómo es que las personas no cuentan con un sistema que les ayude a hacerlo? Para tomar buenas decisiones se han de cumplir tres supuestos: aceptar la posibilidad de errar, definir con exactitud el problema e identificar las opciones, y usar como herramienta las buenas preguntas. Veámoslo más desarrollado.
EL VALOR DE EQUIVOCARSE
Sencillamente no quiero tomarlas, se que son cosas que tarde o temprano debería tomar, pero ¿para bien o para mal? ¿Tanto miedo existe para oponerse a una decisión?
La vida consiste en una serie de pequeñas decisiones.
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